El mensajero enviado por Agamenón disipa las dudas. Tras contar en un monólogo sus cuitas durante la guerra, entabla un diálogo con el coro y Clitemnestra, respondiendo punto por punto a sus preguntas. Pero a la vez dice algo que, en el curso de la pieza, alcanzará su profundo sentido: todo se ha destruido, incluidos los altares de los dioses. Y alguien tendrá que sufrir el castigo por ese horrible sacrilegio. Tras la salida de Clitemnestra el Corifeo se interesa por Menelao, que ha desaparecido en el mar