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(Se acerca un heraldo.) |
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portadoras de luz y las luminosas señales del fuego o si, a modo de un sueño, este grato fulgor que ha venido engañó nuestra mente. Porque estoy viendo que, de la parte de la costa, viene un heraldo coronado con ramos de olivo[43]. El polvo sediento, hermano del barro me atestigua esto[44]: que dará noticias, pero no sin voz ni con humo de fuego encendiendo una hoguera con leña en el monte, sino que al hablar nos dirá una alegría mayor...-descarto un relato contrario a ése, |
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pues ¡ojalá que al bien ya aparecido
venga a sumarse un nuevo bien! |
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, que ya no lanzas contra nosotros flechas con tu arco! ¡Bastante hostil nos fuiste ya junto al Escamandro[46]! ¡Sé, en cambio, ahora nuestro médico salvador, Señor Apolo! ¡También saludo a todos los dioses que presidían nuestras batallas y a mi protector Hermes, heraldo amado que es venerado por todo heraldo[47]! ¡Y a los héroes que nos despidieron cuando partimos! ¡Acoged propicios de nuevo al ejército que abandonó con vida la lanza! ¡Oh palacio de nuestros reyes, estancias amadas, augustas sedes y deidades que miráis hacia el sol[48], |
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acoged con honor, como antaño hacíais, a nuestro Rey con esos rostros radiantes de alegría tras largo tiempo! Si, porque el rey Agamenón viene portando una luz que brilla en la noche al mismo tiempo para bien vuestro y el de todos los que aquí están. Saludadlo con gozo, pues lo merece, que arrasó a Troya con la piqueta de Zeus Vengador, mediante la cual fue conquistado el suelo de Troya. Ya no hay en ella rastro de altares ni templos de dioses, y la semilla de todo el país ha perecido[49]. Luego de haber impuesto a Troya un yugo tan duro, ya está llegando |
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nuestro soberano, el mayor de los
hijos de Atreo, venturoso varón. Es el más digno de ser honrado entre
todos los hombres de hoy, pues ni Paris ni su ciudad entera se ufanan ya
de que su ofensa fuera más grande que el sufrimiento de su castigo, ya
que se vio condenado a sufrir la pena por el rapto y el robo[50]:
perdió su botín y arrasó su propio país y casa paterna con una total
carnicería. Doble han pagado su crimen los hijos de Príamo. |
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CORIFEO.- ¿Te atormentó el deseo de
esta tu tierra patria? |
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CORIFEO.- Hasta el punto que ahora,
igual que tú dices, incluso haber muerto[52]
sería para mí una gran alegría. |
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caía del cielo el rocío, y las humedades de las praderas que hay en la tierra iban goteando sobre nosotros, daño permanente para nuestra ropa, y nos llenaban el pelo de bichos. ¡Y si uno hablara del invierno, causa de muerte para las aves-¡qué insoportable nos lo hacía la nieve del Ida!-, o del calor, cuando en su lecho, al mediodía, cae el mar y duerme sin olas, sin que siquiera sople la brisa...! ¿Por qué lamentarlo? Pasaron las penas. Y una vez pasadas, a los que están muertos |
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ya no les preocupa ni el que nunca de nuevo se pondrán en pie; y para nosotros, los que quedamos del ejército argivo, tiene mayor importancia el provecho obtenido, sin que lo mengüe aquel sufrimiento. ¿Qué necesidad hay de hacer la cuenta de los que murieron y que el vivo sufra por el rigor de la mala fortuna? Creo que es digno que nos alegremos por estos sucesos, porque es justo jactarnos a la luz de ese sol que vuela por encima de mares y tierras: “Luego que un día conquistó Troya el ejército argivo, dedicó este botín a los dioses en cada templo que hay en la Hélade, en testimonio de su antiguo esplendor.” |
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Quienes oigan tales hazañas deben
elogiar a la ciudad y a sus caudillos. Y será honrado el favor concedido
por Zeus, que fue quien hizo que así sucediera. Ya has escuchado entero
el relato. |
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Pero hubo quien zahiriéndome dijo: “¿Crees tú que Troya ya está destruida y has dado crédito a una simple señal luminosa? ¡Cuán cierto es que lo que puede esperarse de una mujer es que se excite su corazón!”. Con tales razones se me presentaba como un ser inestable. A pesar de todo, ofrecí sacrificios, a la vez que los hombres, con rito al parecer mujeril, unos desde un lado y otros desde otro, por toda la ciudad, lanzaban gritos de victoria entre clamores de buen augurio y, luego, en los templos de las deidades consumían la llama olorosa que devora las víctimas ofrecidas. ¿Qué falta hace que tú me digas más ahora? iDel propio Rey conseguiré saberlo todo! Voy a apresurarme con la mayor celeridad |
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a recibir en su regreso a mi marido, merecedor de mi respeto, pues, para una esposa, ¿qué luz más dulce de ver que ésa: abrirle la puerta al marido, cuando regresa de una campaña porque un dios lo salvó? Anúnciale esto a mi esposo: que venga lo más pronto que le sea posible, que el pueblo lo ama, que, cuando llegue, encontrará en su palacio una esposa fiel, tal cual la dejó, un perro guardián de su casa, leal con él y hostil con los que mal lo quieren, y del mismo modo en todo lo demás, y que ningún sello[53] |
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ha roto a lo largo de un tiempo de
ausencia tan prolongado, que ni el placer de otro hombre ni habladurías
sobre mi honra conozco más que el oficio de dar brillo al bronce. Esta
jactancia llena de verdad no constituye ningún deshonor decirlo en voz
alta para una mujer que tiene nobleza. |
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HER.- No existe modo de que yo te
cuente hermosas mentiras para que mis amigos saquen de ellas provecho
por largo tiempo. |
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CORIFEO.- ¿Y los rumores de otros
navegantes le daban por vivo o por muerto? |
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que una sola herida ha sufrido la ciudad entera, que de muchas casas han sido arrancados muchos guerreros por el doble látigo[56] tan grato a Ares, calamidad de doble punta, yunta sangrienta cargado de tales dolores, es adecuado que entone un peán en honor de las Erinis. Pero el mensajero de buenas noticias sobre sucesos de salvación que llega a una ciudad que es próspera y feliz... ¿de qué manera mezclaré yo lo que es agradable con las desgracias, relatando la tempestad que no sin la ira de las deidades hubieron de sufrir los aqueos?" |
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Sí, se conjuraron, a pesar de ser antes los más enemigos, el fuego y el mar, y, en prueba de fidelidad, destruyeron la desdichada escuadra griega. En plena noche se había levantado el infortunio de un oleaje cruel. Los vientos de Tracia destrozaban las naves unas contra otras. Y corneándose por la furia del tifón y la violenta acometida de la lluvia, fueron desapareciendo en el remolino que originaba ese mal pastor, y al elevarse el resplandeciente fulgor del sol, vemos que el mar Egeo está floreciente con los cadáveres |
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de guerreros aqueos y restos de naves. A nosotros y a nuestra nave, con su casco intacto, la verdad es que un dios -no era ser humano- nos hurtó a la tormenta rogó con súplicas nuestra salvación, luego de haber sujetado el timón. La diosa Fortuna salvadora, sintiendo amor[57] por nuestra nave, fue sentada en ella, de modo que ni estando anclada pudiera sufrir violentos bandazos debido a las olas ni durante la travesia chocase con tierra rocosa. Luego de haber escapado del Hades marino, a lo largo del claro día, sin haber puesto aún nuestra confianza en la buena suerte, íbamos apacentando con el pensamiento el nuevo dolor de que la escuadra hubiera sufrido aquel desastre y |
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de que hubiera quedado míseramente destrozada. Si ahora alguno de aquéllos se encuentra vivo, dirá de nosotros que estamos muertos ¿cómo no?, y nosotros pensamos lo mismo de ellos. ¡Que llegue a ocurrir lo mejor! Así que, en primer lugar y sobre todo, espera que venga Menelao. Si un rayo de sol va buscándolo vivo y aún con los ojos abiertos, con la ayuda de Zeus, que todavía no quiere aniquilar su estirpe, hay cierta esperanza de que a su morada regresará. |
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Luego de haber escuchado tan importantes noticias, sabe que estabas oyendo toda la verdad. |
[43] En señal de que trae un mensaje fausto.
[44] El polvo que lo cubre es un indicio de que viene de lejos, de Troya quizás.
[45] Apolo, que ayudó a los troyanos en la guerra.
[46] Río de Troya.
[47] Hermes, heraldo de Zeus, es el patró de los Heraldos.
[48] Las estatuas de los dioses que hay ante la fachada del palacio, orientadas hacia el E.
[49] La expresión, con sus detalles (aniquilación de los altares y templos de los dioses) pone aún más de relieve la doble y ambigua luz con que está aquí bañado el rey vencedor: gloria por su éxito ... pero a su vez es un sacrilegio.
[50] Rapto de Helena y robo de las riquezas que Paris se llevó con Helena.
[51] Recuérdense las palabras del Vigía (v. 36) al principio.
[52] Con esta expresión (“haber muerto”), no siempre bien interpretada, introduce el Corifeo una vez más, ahora frente al heraldo, su temor por los luctuosos sucesos que se avecinan.
[53] De los que garantizaban la intangibilidad del tesoro regio.
[54] El texto griego es corrupto, pero el sentido es claro: el corifeo pone en guardia contra el doble sentido de las palabras de la reina.
[55] A unos dioses (los del Olimpo) les corresponde recibir honores de los mortales en los momentos de alegría; a los dioses subterráneos, en cambio, en los sucesos luctuosos.
[56] Doble porque su azote produce a la vez un dolor doble: el familiar y el público.