Lisias
Vida

Por Platón en la República sabemos que los hermanos y el padre de Lisias eran miembros de la aristocracia política e intelectual de Atenas, en un ambiente de distinción y cultura. Parece ser que su padre era de origen siciliano. No conocemos con precisión ni la fecha ni el lugar de su nacimiento, entre el 459 y el 444 a. C. Seguramente, aprovechando la publicidad que el Estado ateniense hacía para promover la colonización de lugares lejanos, con las múltiples finalidades de fortalecer su economía, asegurarse aliados en el momento preciso y desalojar el territorio ateniense de un exceso de población, Lisias se dirigió a Turios. Suponemos que quería conseguir los derechos de ciudadano que se concedían a todos los clerucos, y poder así, con el tiempo, desarrollar una actividad pública que le estaba vedada por su calidad de meteco en Atenas. Además en Turios funcionaba la escuela de retórica que sin duda atrajo a Lisias y a su hermano Polemarco, acostumbrados al ambiente refinado que habían vivido en Atenas. Intervino allí en política a favor del partido filoateniense, y al regreso de la oligarquía fue expulsado de Turios entre trescientos ciudadanos que fomentaban la democracia. Regresó a Atenas y llevó una vida estable gozando de riquezas y bienes considerables. Su condición de "isoteles" le permitía tener propiedades. Huyó a Megara durante el período de los Treinta y, cuando se restauró el gobierno democrático, privado de su patrimonio, empezó a trabajar para mantenerse. Creó una escuela de retórica, pero pronto abandonó la enseñanza para dedicarse a la profesión de logógrafo.

Obra

Conservamos 35 discursos que cubren una gran variedad de temas, desde el asesinato hasta el adulterio y la malversación. Entre los más interesantes están Pro Mantineo (un hombre joven acusado de haber servido la caballería bajo el poder de los Treinta), En defensa de un lisiado (un hombre acusado de recibir una pensión del estado de forma fraudulenta), Contra Alcibiades (hijo del político del mismo nombre por abandono de sus deberes militares), Sobre la muerte de Eratóstenes (un discurso para un marido acusado de haber matado al amante de su mujer; TEXTO 59: Lisias, En defensa por la muerte de Eratóstenes).

Lisias (Museo de Roma)
Composición

Lisias dividió sus discursos generalmente en cuatro partes:
- Proemio o Exordio.- Que pretende captar la atención y simpatía del jurado, mediante una simple introducción a veces formada de lugares comunes, pero siempre apropiada al asunto que está entre manos.
- Narración.- Generalmente una exposición ordenada de argumentos a favor de la tesis sustentada y, en Lisias, una verdadera obra de arte. Se distingue por su concisión, claridad y encanto, pero sobre todo por un poder de convencimiento que se produce sin aparente esfuerzo por convencer.
- Discusión.- Donde Lisias saca las consecuencias de los hechos, ligando entre sí los argumentos de forma breve y muchas veces ingeniosa, a base de comparaciones o razonamientos muy simples que van directamente a lo esencial. Sin embargo, su oratoria no es de "pathos", no insiste sobre los argumentos y sólo se contenta con indicar la evidencia. Muchas veces, como señala Croiset, las formas más apasionadas de su dialéctica se logran mediante interrogaciones vivas o algunos dilemas en que se encierra a sus adversarios. No se vale, pues, del sarcasmo ni de la fuerza de los sentimientos. Por lo demás, la fuerza de la argumentación lisiana estriba muchas veces en hacer aparecer los caracteres atractivos o desagradables por medio de toques incidentales.
- Refutación.- Agregada sólo a veces, con la intención de desprestigiar al adversario atacándolo directamente.
- Epílogo o Peroración.- En la que se pretendía el favor para el orador y el disfavor para el adversario, y donde para lograrlo se excitaban las emociones del jurado. Como el exordio, tenía lugares comunes consagrados y el orador recordaba a los jurados sus cualidades personales y servicios públicos, a más de mostrarles las consecuencias que su decisión tendría. Por lo general, Lisias evita una recapitulación demasiado lógica y termina con palabras usualmente simples.  

Estilo

Literariamente, Lisias tiene un valor insuperable por esa caracterización especial de los clientes, lo que los antiguos llamaron etopeya, que se logra presentando al cliente con una determinada manifestación de orgullo, simpleza y tontería. Muchos han criticado a Lisias por esta manera de presentación. Consideran indigno que Lisias diera a sus clientes un falso aspecto para ocultar los hechos verdaderos. Pero este verter algo del carácter del que habla en las oraciones resultaba un medio importante de prueba y refutación que trataba de disimular el mal efecto que se podía dar ante los jueces, cuya buena voluntad se pretendía alcanzar, presentando una variación de personalidades. Encontró en este peculiar arte de la caracterización un excelente medio para triunfar que, combinado con la adaptación del discurso a las circunstancias de edad, ocupación, etc., del orador, y de la causa al tipo de jurado, lo consagró como invencible ante los tribunales.

Lisias (Museo de Nápoles)
Lengua

Supo conferir al orador un aire moderado, razonable, y muchas veces ingenuo y tímido que lo hace digno del interés del tribunal. Esto combinado con una hábil argumentación, logra siempre hacer aparecer lo peor como lo mejor. El artificio sólo se evidencia mediante una lectura cuidadosa y crítica que no estaba al alcance de los jueces en los tribunales. Por otra parte, se adecuaba al orador un vocabulario que coincidiera con la personalidad que se le había trazado, y mucho había que tomar en cuenta para ello, la clase social y la profesión del individuo del que se trataba, pues de lo contrario los alegatos hubieran sido contraproducentes. Su vocabulario no es más que el ático puro coloquial, sin mezcla de formas poéticas ni de palabras de nuevo cuño, sin metáforas demasiado audaces. Así pues el mérito de Lisias está tanto en la facultad de descubrir los argumentos disponibles para cualquier circunstancia, como en la manera de arreglarlos en el discurso. Y es en esa disposición simple y uniforme, en lo que nuestro autor se distingue de todos los oradores del canon ático.
Diríamos que la impresión que da un discurso de Lisias es la de un conjunto sobrio, uniforme, carente de artificios retóricos, por lo demás tan artísticamente aprovechados, que dan una visión unitaria y simple de pensamiento y expresión; cualidades éstas que logra por su dominio del lenguaje. Lo maneja de tal forma que es capaz de expresar con propiedad la idea más compleja mediante el empleo de palabras adecuadas. Este empleo del lenguaje le valió la consideración como paradigma de expresión pura, el canon insuperable del lenguaje ático en boga. Y su influencia fue tal, que su estilo simple llegó a ser usado por todos los escritores de la "eclesia" o los tribunales. Su estilo magistral, cuyas virtudes esenciales son la pureza el discurso, la elegancia, la claridad de exposición y la vivacidad en la presentación de acontecimientos y personas, lo hicieron representante del "tenue discendi genus". Aprovechó inmejorablemente la experiencia literaria de Heródoto, Tucídices, Gorgias y Antifonte, evitando los excesos de aquellos e imitando sus aciertos. Él trajo el lenguaje diario a una más íntima relación que la que había tenido jamás con el lenguaje literario, y puso el primer ejemplo de elegancia perfecta unida a la sencillez, cualidades que lo mantienen como inmortal entre los oradores griegos de la época clásica.

Ideología

Sus discursos son, en primer lugar, fuente para el conocimiento de las costumbres atenienses. En su calidad de logógrafo, Lisias servía a todo tipo de clientes y por ello se le ha acusado de oportunista, pues escribía indistintamente para defender una causa de parte oligárquica o bien de una parte democrática. Sin embargo es evidente que las simpatías de nuestro autor se dirigían hacia la causa demócrata por la que tanto luchó durante su vida, y que si aceptó escribir para clientes de otras tendencias, esto no debió representar para él una traición a una causa a la que, por otra parte, no tenía por qué estar ligado, pues no era político de carrera sino mero simpatizante. Lisias convirtió a sus clientes en caracteres humanos clasificables simples, más enriquecidos y estilizados en la comedia de Menandro. Fumarola lo consideraba por eso precursor de la novela que se vale de la narrativa, a base de frases cortas, expresivas, dramáticas.