El coro primero reprueba, después se desconcierta, vuelve a cargar las culpas a Helena. El coro pasa sin transición a la forma lírica, a lamentar la sangre derramada y al espíritu maldito de la casa. Entra Egisto (v. 1578). La escena final presenta a Egisto y Clitemnestra que se encaran con el coro, al que amenazan con duros castigos si no cede en su actitud de protesta. La tiranía se ha impuesto, por un tiempo, en Argos. La obra se cierra dejando en el ánimo del espectador un clima de expectación, una ansiosa espera por la libertad de Argos y por la justicia contra los culpables del asesinato