CORO.- ¡Oh Zeus Rey, y Noche[34] amiga que nos has deparado una gloria tan grande, que echaste una red en la que cayeran las torres de Troya de modo que nadie, ni grande ni chico pudiera escapar[35]

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de las fuertes mallas de la esclavitud, de un castigo al que todos están sometidos! Venero al grandioso Zeus protector de los huéspedes, al autor de esta hazaña, que contra Alejandro largo tiempo estuvo tensando su arco, para que ni antes del punto que era oportuno, ni por encima de las estrellas se clavara, inútil, el dardo.
Estrofa 1ª
Pueden decir que la herida es de Zeus. Es posible inferir la certeza de esta afirmación: actuó tal cual decidió. Alguien dijo

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que las deidades no se dignan siquiera cuidarse de los mortales que pisotean el honor de lo inviolable. No era ése un hombre piadoso. La maldición se revela en los frutos de las ilícitas osadías de quienes se muestran más orgullosos de lo que es justo, cuando en exceso sus casas rebosan sobrepasando la medida óptima. Tenga sin daño la riqueza, de modo que pueda bastarle,

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quien por su suerte ha logrado la sabiduría, pues no es un baluarte la riqueza para el varón que por buscar la saciedad da un puntapié al grandioso altar de la Justicia, para hacerla desaparecer.
Antístrofa. 1ª
Lo fuerza la insistente Persuasión[36], irresistible hija del Error que actúa de consejero, y todos los remedios resultan inútiles. No queda entonces oculta la maldad, sino que se presenta ante los ojos con una laz de resplandor terrible.

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Lo mismo que acontece con un bronce de mala calidad, que se va ennegreciendo a fuerza del uso y los golpes, así le ocurre al hombre injusto al verse sometido a la justicia -porque es cual un niño que persigue a un pájaro que vuela-y echa sobre su pueblo insoportable oprobio. No escucha sus plegarias ninguno de los dioses, que la deidad castiga al hombre que es injusto por frecuentar el crimen. Así también fue Paris, que vino

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a la morada de los hijos de Atreo y deshonró la mesa de su huésped robándole la esposa.
Estrofa.2ª
Ella dejó tras sí, a sus conciadadanos, combates con escudos y con lanzas, y el tener que equipar una escuadra, mientras que como dote llevó a Ilio la destrucción; pues, cuando con rapidez salió a través de su puerta, tuvo la audacia de realizar una acción que no es tolerable. Mucho gemían al decir esto los adivinos de este palacio: «¡Ay, ay del palacio!

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¡Ay del palacio y de sus príncipes! ¡Ay del lecho y las huellas de pasos en pos del amor de un hombre! Se pueden ver los silencios de quien se aparta de todo lleno de dolor, signos éstos de su honra herida, pero sin expresión de reproche. Por la nostalgia de la que está más allá del mar, parecerá que un fantasma reina en palacio. “La gracia de las bellas estatuas le resulta odiosa al marido[37], y en el vacío de su mirada está ausente toda Afrodita.
Antístrofa.2ª
 

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“Hay en sus sueños apariciones que le hacen sufrir, que sólo le traen una vana alegría, pues cuando está viendo lo que cree que es su bien, la visión se le escapa inmediatamente de entre los brazos, luego de haberse esfumado sin realidad en la compañía de los alados caminos del sueño.” Estos son los dolores que pesan sobre el hogar de este palacio y otros incluso más graves que éstos. En cuanto al conjunto del pueblo, en cada mórada se advierte un duelo que el alma lacera por los que partieron de la tierra de Helen[38].

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Muchas son las desdichas que hieren el corazón. Cada cual sabe a qué familiares dio la despedida, pero en vez de hombres vuelven a la casa de cada uno urnas y cenizas[39].
Estrofa.3ª
Ares, el dios que cambia por oro cadáveres[40], el que en el combate con armas mantiene en el fiel la balanza,

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manda desde Ilio a los deudos de los combatientes, en lugar de hombres, un penoso polvo incinerado, llenando y llenando calderos con la ceniza bien preparada. Y gimen sin tregua mientras elogian al guerrero muerto: a éste porque era diestro en el combate; a aquél porque cayó gloriosamente en la matanza de una guerra ¡por la esposa de otro! Todos le gruñen en voz baja,

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y un dolor rencoroso se va difundiendo clandestinamente contra los Atridas, los promotores de la venganza. Otros, en fin, allí mismo, en torno a los muros de la tierra de Ilio, con sus cuerpos intactos[41], tienen sus tumbas. Tierra enemiga ha cubierto a quienes la estaban conquistando.
Antístrofa 3ª
Cosa grave es la voz de unos ciudadanos que sienten rencor. El gobernante paga la deuda cuando la maldición del pueblo se cumple. Mi angustia espera escuchar algo

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aún oculto por las tinieblas, que a los autores de tantas muertes no dejan de verlos los dioses, y con el tiempo las negras Erinis, al que ha ido teniendo fortuna feliz, pero al margen de la justicia, mediante un cambio de la fortuna que arruina su vida, lo sumen en la obscuridad, pues no tiene fuerza para defenderse el que se encuentra ya entre los muertos. Gozar de una fama desmedida es algo muy grave, que alcanza la casa de la gente así

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el rayo de Zeus. Prefiero un bienestar que no provoque envidia. ¡Nunca sea yo destructor de ciudades! ¡Ni, prisionero, vea mi vida sometida a otro!
Épodo.
-A consecuencia de ese fuego portador de buenas noticias, un rumor recorre veloz la ciudad. Pero ¿quién sabe si eso es verdad o, en cierta medida, sólo un engaño de la deidades?[42]
-¿Quién es tan pueril, tiene un juicio tan tocado, que enardezca su corazón

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por los recientes mensajes de una llama, para después sufrir si cambia el cuento?
-Propio de una mujer investida de autoridad es dejarse arrastrar por la alegría antes de que el suceso se manifieste en la realidad.
-Crédulo en exceso, el corazón femenino se deja ganar fácilmente al conmoverse con rapidez; pero también, con vida corta, perece el rumor propagado por una mujer.
(Se acerca un heraldo.)
CLI.-  Pronto sabremos si dicen verdad esos relevos de teas

[34] La Noche es hija de Caos y madre, entre otros, del Étre y del Día.

[35] Metáfora del arte de la pesca. Aparece ahora por primera vez el motivo de la red mortal, que será otros de los temas de la trilogía. En las Euménides reaparecerá (v. 111) y el tema de la jauría que burla redes y perros es un motivo básico.

[36] Personificación de una deidad menor, hija, según se dice aquí, del Error (Ate). A veces se la presenta acompañando a Afrodita (Supl. 1040). El pasaje siguiente ilustra el interés del poeta por la psicología teológica de la impiedad.

[37] Cualquier manifestación de la belleza le displace por recordarle a Helena.

[38] De Grecia. De Helén, hijo de Deucalión, descienden todas las razas griegas: Doro, Juto y Eolo.

[39] Insensiblemente el coro ha pasado al tema del dolor de las familias griegas por sus caídos en Troya. Y el tema lleva, necesariamente, a la condena, más o menos clara, de Agamenón, el “destructor de ciudades”.

[40] El precio del botín obtenido en Troya son los muertos en la guerra.

[41] Sin haber sido incinerados.

[42] El motivo del engaño de la divinidad, que motiva la angustia que toda prosperidad trae al corazón de los personajes esquíleos, es un tema recurrente.