(Cuando el Coro se dispone a entrar en el palacio, se abre la puerta de par en par. Se ven los cadáveres de Agamenón y Casandra. Clitemestra sale a escena.)
CLI.- No sentiré vergüenza de decir lo contrario de lo que he dicho antes según era oportuno, pues, al andar tramando acciones hostiles contra unos enemigos que tienen la apariencia de ser amigos, ¿cómo se les podría tender una trampa con mayor altura que la medida de su salto[104]? Sí. Con el tiempo acabó por llegarme este combate que yo tenía meditado de antiguo, debido a una vieja querella. Aquí estoy en pie, donde yo he herido, junto a lo que ya está realizado.

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Lo hice de modo -no voy a negarlo- que no pudiera evitar la muerte ni defenderse. Lo envolví en una red inextricable, como para peces: un suntuoso manto pérfido. Dos veces lo herí, y con dos gemidos dobló sus rodillas. Una vez caído, le di el tercer golpe, como ofrenda de gracias al Zeus subterráneo salvador de los muertos[105]. De esta manera, una vez caído, fue perdiendo el calor de su corazón y exhalando en su aliento con ímpetu la sangre al brotar del degüello.

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Me salpicaron las negras gotas del sangriento rocío, y no me puse menos alegre que la sementera del trigo cuando empieza a brotar con la lluvia que Zeus concede. Así están las cosas, venerable asamblea de argivos aquí presente. Podéis alegraros, si esto os causa alegría, que yo me glorio. Si estuviera bien y se pudieran hacer libaciones por un cadáver, aquí sería justo, más que justo, en verdad. ¡Tan graves son los malditos crímenes de que éste en casa llenó la crátera que él personalmente ha apurado al volver!
 CORIFEO.- ¡Nos asombra tu lengua! ¡Cuán audaz

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al jactarte con ese lenguaje junto al cadáver de tu marido!
CLI.- Intentáis sorprenderme, como si yo fuera una mujer irreflexiva. Pero yo os hablo con intrépido corazón-lo sabéis muy bien-, me da igual que quieras elogiarme o censurarme. Éste es Agamenón, mi esposo, pero cadáver. Obra es ello de esta diestra mano, un justo artífice. Esto es así.
CORO.
Estrofa.
¿Qué mala hierba nacida de la tierra, dulce de comer, has probado, mujer? ¿O qué bebida salida del mar ondulante, para que te hayas puesto a este sacrificio y despreciado las maldiciones que gritará el pueblo?

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Tú has cortado[106], ¡pero serás un ser sin ciudad, objeto de odio implacable para los ciadadanos!
CLI.- Dictas ahora como sentencia mis destierro de la ciudad, el odio de los ciudadanos y maldiciones a gritos del pueblo; pero no te enfrentaste antaño a este hombre que, sin darle importancia, como si se tratara de matar una res entre los rebaños de hermoso vellón, cuando superabundan las ovejas, sacrificó a su propia hija, mi parto más querido, como remedio contra los vientos de Tracia. ¿No hubieras debido desterrar a ése de este país

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en expiación de su crimen? En cambio, al oir mis acciones, eres un juez severo. Pero te digo que así me amenaces, porque de igual modo estoy preparada para que impongas sobre mí tu poder, si llegas a vencer con tu brazo. Pero si la deidad decide lo contrario, vas a aprender, aunque tarde, a ser prudente, porque voy a enseñártelo.
CORO.
Antistrofa.
Eres de alma altanera y has hablado con arrogancia. Tu mente ha enloquecido con este suceso que mancha la sangre de un asesinato. Sobre tus ojos destaca el fluir de la sangre. Necesario es que ya, privada de amigos,

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pagues represalias, golpe por golpe.
CLI.- También vas a oír el veredicto de mi juramento: ¡Por Justicia -la vengadora de mi hija- por Ate y Erinis, en cuyo honor degollé a ése, no abrigues la esperanza de que el miedo vaya a poner su pie en mi palacio, mientras encienda el fuego en mi hogar Egisto bien dispuesto hacia mí como antes, pues es para mí un no pequeño escudo de valor! Ahí yace el ofensor de esta esposa, el deleite de las Criseidas al pie de Ilio,

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y también esta prisionera, su adivina y compañera de lecho, profetisa que con él compartía fielmente su cama, pero que frecuentaba igualmente los bancos de los marineros. Ninguno de los dos se salió con la suya en la impunidad. Él, de este modo, y ella, tras cantar como un cisne el lamento postrero de muerte, yace a su lado como su amante; y me ha traído un condimento para dulzura de mi lecho.

[104] Metáfora tomada de la caza. Si la trampa se coloca más alta de lo que puede saltar el animal que se quiere cazar, la posible pieza pasa por debajo y no es atrapada.

[105] Expresión sarcástica. La tercera libación se hacía en honor de Zeus. Aquí se trata de Hades.

[106] El cuello de Agamenón

[107] De Helena.